FUENTE: EUROPA PRESS
La banda mexicana Maná desplegó el jueves en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, y ante 15.000 personas, todo su potencial en casi dos horas y media de concierto. El suyo es uno de los mejores directos de todo el rock latino actual, en el que música, luz e imagen se combinan para hacer un show a la altura de los más grandes.
Media hora esperó el público para ver a los de Guadalajara sobre el escenario. Fher Olvera y los suyos aparecieron tras una lona translúcida, que serviría después como telón y como pantalla de proyecciones y que incluso tomó la apariencia de una cortina de agua cuando el grupo arrancó su actuación, con Lluvia al corazón. Cuando llegó el segundo tema todo el público había recordado ya que ayer era el Día de la Independencia de México y que Maná estaba a punto de conquistar Madrid.
Los mexicanos desplegaron su rock más teatral --la escenografía es del español Luis Pastor-- con Espejo y Sor María, cuando el escenario se convirtió en un convento que trasladó a los madrileños al Toledo de 1595. Por las tablas había pasado ya un grupo de instrumentistas de cuerda para interpretar música de cámara y entre ambos temas, el violinista Ara Malikian hizo un solo de violín.
Después llegaría Vuela libre paloma, dedicada a la madre de Fher, fallecida el año pasado. Y entonces, Maná empezó a recorrer todas las variantes del amor, del amor de madre, al amor a la patria, el amor correspondido o el dolido, porque si algo no falta en las letras de los mexicanos es amor. "Para todos los caballeros que se enamoran de mujeres duras que ponen los cuernos", gritó Fher para presentarMariposa traicionera, a la que seguirían Latinoamérica, Corazón espinado o Me vale. Para interpretar ésta última, subió al escenario Rafael Martínez Campos, ganador de un concurso organizado por la banda y que les acompañó a la guitarra.
Para muchos el momento estrella de la noche llegó con el solo de batería de Alex, diez minutos apoteósicos en los que se le llegó a escapar una baqueta y que acabaron con el intérprete y su batería girando sobre una plataforma elevada dentro del escenario.
Maná había prometido que las actuaciones de esta gira serían cercanas y también lo cumplieron. Fue cuando aparecieron en un pequeño escenario en medio de la pista para repasar en acústico temas como Te lloré todo un río o los cantineros El Rey o Se me olvidó; también fue entonces cuando subieron a una espectadora al escenario.
Cuando le tocó el turno a Como te deseo, Fher ya se había enfundado la camiseta de la selección española de fútbol. El reloj ya se acercaba a las doce y media pero aún habría tiempo para algunas de las más coreadas, Clavado en un bar o, ya en los bises, Labios compartidos. Y por último, le llegó el turno a En el muelle de San Blas, que sirvió para los agradecimientos, para las presentaciones y, sobre todo, para decir adiós, o al menos hasta luego, a Madrid