Café Quijano agota las entradas en Auditori de la Mediterrània
Ha sido una noche especial en la que todo encaja para que los intérpretes den lo mejor de sí mismos arropados por un público entregado y abierto al nuevo estilo del grupo. Nuevo estilo de Café Quijano que en realidad es un regreso a sus inicios, por ello el título de las serie de discos que han abierto los Quijano es: "Orígenes: El Bolero". Ya van por el segundo volumen. Y es el que han presentado esta noche en La Nucía como primer concierto de la gira en la Comunidad Valenciana.
Con las entradas agotadas, Café Quijano ha brillado en Auditori de la Mediterrània con los nuevos boleros escritos por Manuel Quijano, el hermano mayor del grupo que además demuestra una gran facilidad para hacer reír entre canción y canción con anécdotas variadas e incluso interpretaciones existenciales sobre el "drama" del amor y el desamor. Narraciones que haciendo reír hacen pensar y es la baza con la que juega la voz cantante del grupo para ir calando hasta lo más hondo de la audiencia, ahí donde se mueven los sentimientos.
Es una seducción que se inicia con el saludo inicial y la primera canción, el bolero "El que siempre fui" , que sigue gota a gota, tema a tema, hasta poner rendido a sus pies al público que acaba en pie aplaudiendo, ovacionando y pidiendo más canciones. Y dieron más canciones, cuando tras dos horas de concierto y tras despedirse, reclamados por el público ofrecieron cinco temas más. Es algo que forma parte del juego de la seducción del mundo del pop, al que de algún modo siguen perteneciendo pese a entrar, con voz propia y digna de aplauso, en el mundo del bolero.
Café Quijano triunfa en los escenarios, con una gira exitosa en tiempos difíciles, sin necesidad de acudir a los clásicos del estilo, ni entonar "Reloj no marques las horas" de "El reloj" ni "Perfidia", "Sin ti", ni "Quiéreme mucho". Ningún bolero clásico es recordado. Es más, con la creatividad de Manuel Quijano van creando estilo propio con temas propios ya populares como "Robarle tiempo al tiempo" con el que han cerrado dos horas y media de actuación ante 600 personas puestas en pie aplaudiendo en Auditori de la Mediterrània.
Un aplauso que se ha hecho intenso en varios momentos de la noche, en los que de forma calculada y en tres pinceladas, se volvió a la etapa que proporciona a Café Quijano, cuatro premios Grammy, la etapa de los éxitos en las listas de ventas y en las radio fórmulas. El primer bombón del pasado, lejos de los actuales boleros: "No tienes corazón", de aquella colaboración con Joaquín Sabina con un toque canalla arrastrado, y hasta gracioso, en toda la canción. Uno de los temas más aplaudidos en esta actuación de La Nucía. El segundo vistazo al gran pasado de Café Quijano llega con "La Lola" y aquí llega la participación de Román Rodriguez , antiguo miembro del grupo y director, desde su creación, de la Escuela de Música Moderna de La Nucía con sede en este auditorio.
En dos temas más vuelve a aparecer Román Rodríguez, en otro gran éxito de la etapa anterior de Café Quijano, que quedó cerrada de forma abrupta a finales de 2004: "La taberna del buda" y finalmente con su saxo, Rodríguez toca "En mis besos" con los Quijano, uno de los boleros anteriores, antes de la fama proporcionada por la etapa rockera. Muy aplaudida esta colaboración de Román Rodríguez, cada vez que ha salido al escenario brillando como un gran saxofonista -siendo un autor de probada consistencia como prueba su nuevo disco, presentado en este escenario hace unos meses, "Sax Spain".
Y sabe a poco, pese a durar dos horas y media. Un concierto titulado "Orígenes: El Bolero. Volumen 2" en el que se da una conexión especial entre Café Quijano y el público, que acaba seducido, sintiendo, notando como breve lo que no lo es.
Los tres hermanos intérpretes no están solos. Con sus guitarras Manuel y Raúl -el pequeño de los Quijano-, Óscar con un contrabajo eléctrico, y sus voces, la solista de Manuel y los coros de Óscar y Raúl. Ello bastaría pero cojearía. Llega, entonces, la pata que calza la mesa con dos grandes músicos que dan el sostén del ritmo, Luis Dulzaides, gran percusionista, efectivo, sin ser efectista y, la bruma melancólica y romántica que requiere el bolero, gracias a un chelo en manos de Pelayo Tahoces, gran intérprete de León, la ciudad de los Quijano.
Han encontrado la propia recreación musical, algo tan difícil en los tiempos actuales, de mayor dificultad viniendo del pop triunfantes, y lo hacen sin halagarse a sí mismos, con la complicidad que requiere triunfar de nuevo, sin estancarse, y ofreciendo algo que sea por lo menos digno de escuchar en cualquier momento y más si es tan seductor que deja a todos con una sonrisa embelesada creyendo que dos horas y media no son nada y que tendrían que haber tocado más canciones.